miércoles, 31 de diciembre de 2014

HAPPY CHRISTMAS YOUR ARSE!!



Swedenborg, Swedenborg...




¿Hay acaso algo que celebrar, cuándo los acontecimientos se precipitan al vacío en un suicido de silencios?    

Seamos una burricie sentimental, una cabellera semental, y celebremos, riamos, bebamos y nos comamos los unos a los otros. Saquemos a pasear el Swedenborg que llevamos dentro. 

Y notamos el filo silencioso del calendario que pasa otra página, el tiempo, campeón imbatible de nuestras necedades, el maestro nihilista de nuestra nada, nos trae otro número que añadir a nuestra joroba, otra cicatriz de anhelos imposibles. 

“Hacemos el balance de lo bueno y malo”, cantaban aquellos andróginos metaanfetaminados. 

Y yo aquí con los Pogues, buscando el espíritu del alcohol, la señera de mi vida… 

Y es que nuestras vidas son Los Del Río, que van a bailar, con Macarena. 

Soy un obcecado, un idiota envuelto en histeria sentimental quien se pincha con la aguja de su plato una y otra vez mientras los Zombies cantan aquello de “This will be our year”… Swedenborg, Swedenborg, que listo nos salió aquel rapaz, y que miras más arriesgadas que tenía su grisácea melena. 

Aquellos eran días de pecado y redención, y luego más pecado. Alcohol y lujuria, mujeres y pegamento. 

El almanaque de nuestras vidas, infinitos paseos de nostalgia sobrevenida… Swedenborg, Swedenborg… 

Caperuzas de dignidad en recuerdo de Germán Coppini. 

“Marineros, soldados, solteros, casados…” canta la mamarrachada hipertensa. 

Y ya nadie se acuerda de Sinatra en Reprise, Septiembre de nuestras vidas, excepto locutores de voz cavernosa disparando desde lejanas trincheras, huyendo de los tambores y el hemiciclo. 

Y yo que sólo venía a desearles feliz año, pero se me fue la brocha… 

Swedenborg, Swedenborg… 

Descorchemos el champán, amigos míos, ¿no lo notan agitándose en mi entrepierna? 





martes, 9 de diciembre de 2014

SON TODOS IGUALES



Liberación de París, Agosto de 1944





Son todos iguales, nos dicen los malabaristas del pensamiento agitando la equidistancia de los vaivenes.

Es lo mismo asesinar que ser asesinado,
Es lo mismo robar que ser robado,
Es lo mismo mentir que ser mentido,
Es lo mismo violar que ser violado.

Es lo mismo ser el puño que el rostro ensangrentado,
Es lo mismo ser la bota que el cuerpo pisoteado,
Es lo mismo ser el palo que el lomo apaleado.

...es lo mismo el martillo que el clavo.

Igualdad de lo peor de la condición humana para que la barra libre sea prolongada y desaparezcan de una vez por todas aquellas cosas que alguna vez nos hicieron desear cambiar lo que nos rodea y perfumar las cloacas con nuestros actos. Desaparecen los principios, los valores, la lucha, la vergüenza y la ética, arrojados al retrete de las ideologías, porque son todos iguales.

Ciudadano silente e inerte al que ya no le quema ni la rabia por dentro, porque son todos iguales.

Es lo mismo estar arriba que abajo, a la derecha que a la izquierda, en el centro que en los laterales. Es lo mismo la calva que la melena, la barba que la coleta, la corbata que la camiseta. Es todo lo mismo, ciudadano silente e inerte, por lo que no se preocupe por nada, relájese viendo un partido de fútbol donde aún siendo todos iguales, al menos los colores le permiten distinguir de quienes usted considera buenos, de los malos.

Es lo mismo ultrajar que ser ultrajado,
Es lo mismo pisotear que ser pisoteado,
Es lo mismo mancillar que ser mancillado,
Es lo mismo difamar que ser difamado.

No vaya a ser que un día nos de por recuperar esas pequeñas cosas que hicieron mover levemente el mundo, escapar de su pereza lampedusiana y atisbar un rayo de sol perfumando las cloacas. No vaya a ser que usted, ciudadano silente e inerte un día despierte, hable, grite, se indigne, chille y patalee. ¡Qué espectáculo dantesco para el orden de las cosas!

No vaya a ser que un día descubra que el mero hecho de ser humano no justifica asesinar, matar, robar, mentir, expoliar, esclavizar, corromper y pisotear.

Es lo mismo un asesino que un asesinado.
Es lo mismo un ejército invasor que un pueblo invadido.

Recuerdo aquellas charlas luminosas con Juan Carlos Mestre,
Genio parido de nuestras verdes entrañas bercianas.

No se puede comparar a un alto cargo nazi que haya dirigido un campo de concentración con un resistente del Ejército Francés de Liberación, por mucho que ambos sean ancianos y estén en sillas de ruedas, es justo recordar que lucharon por cosas diametralmente opuestas”

¿Son todos iguales?, el dorado poeta me decía que no.

Pero ahora los altavoces gritan salvajemente que sí, que son todos iguales, ergo, que todo está perdido… encienda usted el plasma, abra la botella, conduzca su bólido, juegue a la ruleta rusa… elija su paraíso artificial, fume a gusto su opio del pueblo y abandone las preocupaciones… son todos iguales y no hay salvación posible.

No vaya a ser que usted, ciudadano silente e inerte, un día piense que se puede luchar. Luchar contra los totalitarismos, talibanismos, contra la injusticia, contra el racismo, el clasismo, el machismo, la homofobia, la corrupción política, el abuso de poder, la esclavitud, la precariedad laboral, las políticas exteriores imperialistas, la globalización expoliadora de materias primas de países pobres, el hambre, el maltrato a los débiles y a los animales…

No vaya a ser que desperecemos la cosa esta de los principios y los valores, que el lodo de las ideas vuelva a sentir el calor de los rayos del sol y el hambre de justicia nos haga pensar que, mire usted que estupidez, que no son todos iguales, que no es lo mismo, como decía la canción.

Que no es lo mismo el ejecutor que el ejecutado.
No es lo mismo el captor que el capturado.
No es igual el machista maltratador que la mujer maltratada.
No es lo mismo el violento racista que el extranjero apaleado.

No se canta igual a la guerra que a la paz, no se trabaja del mismo modo el oprobio que la justicia, no se esculpe con el mismo material el odio que el amor.

No es lo mismo el abuso del ser humano sobre un animal, que la defensa de ese animal que hace otro ser humano.

No se iguala una caricia a un puñetazo, ni un beso se compara al escupitajo, el poema no es un himno militar ni a la sincera amistad podrá acercarse nunca el odio por el prójimo.

Son iguales los espejos y los cristales que nos devuelven el reflejo, pero no lo que en ellos se contempla.

Ciudadano silente e inerte, individuo con derechos y deberes y pesares existenciales, arrojado al océano de la duda del sentido de la vida. Ciudadano que ni ha robado, ni ha mentido, ni ha ultrajado, ni ha violado, ni ha maltratado. Levante su voz y agite su orgullo. Porque usted sabe que no son todos iguales. Porque usted es la prueba viva y decente de ello. No deje que ellos, los que se apalancaron tiempo ha en la barra libre, sigan ganando la partida. Porque ellos no son iguales, y en su engaño vive su victoria.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

VIRTUDES


Hoy se cumplen cuatro años de la desaparición física de una de las personas más importantes en mi vida... intenté homenajearla en su momento vagamente haciendo lo único que mínimamente se hacer, escribiendo, con esta carta enviada a un diario local de Ponferrada. Creo que nunca lo publiqué en este blog, y dado que su recuerdo vive más que nunca en mí y en todos los que la conocimos, hoy decido hacerlo. Va por ella, va por su memoria, va por siempre.      












Virtudes Fontal se ha ido, muy rápido, y a la vez muy despacio, con esa discreción de quien elige vivir su vida ajena al ruido mediático y a los focos, una persona que nunca quiso molestar y sin embargo siempre quiso ayudar, una persona que siempre estuvo, y una persona que nunca sobró... parece redundante escribir sobre las mayores virtudes de una persona que ya llevaba desde su bautismo tal nombre, como si fuera una premonición a un destino, a la vida que siempre quiso llevar, he conocido muchísima gente a lo largo de mi vida, gente mediocre y gente genial, gente ordinaria y gente extraordinaria, gente fría y gente caliente, libros cerrados indescriptibles e imposibles de descifrar y libros abiertos, claros, límpidos y cristalinos... de todo el paisanaje del vasto ser humano que he conocido a lo ancho y largo de mi vida la única cosa que puedo respetar por encima de todo es a la gente que vive su vida tal y como la quiere vivir... esa es la auténtica gente libre, todo lo demás son paparruchas, números inverosímiles, hipotecas monetarias y sentimentales, cábalas esotéricas sin ningún sentido, y apuestas banales por un pedazo de gloria terrenal... 



Mi tía Virtudes, no me cabe ninguna duda, pertenecía a ese extraño y cada vez menos abundante genero de la gente absolutamente libre, esto es, la gente que vive su vida tal como concibe vivirla, que dedica todo ello, es decir, su vida, su tiempo, su ser, su esencia, todo lo que tiene, que se entrega en cuerpo y alma a un único ideal, con todas las consecuencias, sin pararse a pensar si es bueno o malo, beneficioso o perjudicial, simplemente, gente que vive, que hace, que actúa, según los dictados de su corazón... no hay nada irreprochable en ello, siempre hizo lo que quiso, posiblemente pudiéramos reprocharle que no pensase más en ella en vez de hacerlo tanto en los demás, pero entonces le estaríamos pidiendo que no viviera esa vida que escogió vivir. La auténtica libertad es la de quien quiere vivir su vida y la vida, y esa vida, va mucho más allá de "cosas", cosas materiales, impostadas, paraísos terrenales que nos hacen creer que dan la felicidad, tener un gran coche, mejor dos y último modelo, un chalet en la sierra, viajar en primera clase, dinero, mucho dinero, amasarlo... una posición social elevada, un nombre en las altas esferas, un gran nombre en la política, tener poder ejecutor, que las grandes decisiones pasen por tus manos... en definitiva todo lo auténticamente superficial, todo lo que condena al hombre, al ser humano, a la esclavitud, el ansia de poder, el "tanto tienes, tanto vales".



Con mi tía Virtudes comprendí muchas cosas que de alguna manera han influido en mi forma de ser y de pensar. En estos momentos no tengo recuerdos para los regalos materiales que pudiera hacerme, que seguro que fueron muchos, y sin embargo recuerdo cosas de muy niño, soterradas en esos rincones de mi cerebro, de mi conciencia, que ella me enseñó, y ese fue el mejor regalo, el regalo de ver las cosas tal y como son sin ningún tapiz ni eufemismo... recuerdo ver con ella chabolas, miseria, podredumbre, desolación, amargura, familias rotas... yo podía llegar a casa y tener la mejor familia posible, que la he tenido y sigo teniendo, ver dibujos animados en el televisor, o leer mis queridos comics de superhéroes,  pero mi tía Virtudes me dio desde muy niño una bofetada de realidad que jamás he olvidado y jamás olvidaré, y me la dio desde el subsuelo, desde la calle, no me enseñó gráficos ni estudios de Unicef ni de Oxfam ni de la ONU sobre como con lo que se gasta en armamento al año cualquier país desarrollado se podría paliar todo el hambre en el tercer mundo (lo cual por otro lado es cierto para quien quiera darse cuenta del estercolero de globo terráqueo en el que vivimos y lo asumimos sumisamente mientras compramos nuestro nuevo televisor de plasma). No, no me enseño esa teoría, me enseñó la realidad, me enseñó las chabolas, me enseñó la pobreza... y ese es el mejor regalo que me han hecho jamás y que jamás olvidaré, y eso hace y hará siempre que siga pensando que hay cosas por las que luchar, sea como sea, a pie de calle o desde un púlpito, con un bolígrafo o con una metralleta, pero el día que dejemos de sentir que hay cosas por las que luchar, o bien viviremos en ese mundo justo, en el que simplemente no vivimos porque no queremos y/o no interesa, o bien porque estaremos muertos por dentro, lo cual es peor que estarlo por fuera. 



Mi tía Virtudes siempre fue una persona muy importante, eso lo comprendí desde muy niño también, y eso se reflejaba en algo de lo que siempre hemos hablado toda la familia... pasear con ella era saber que cada dos pasos se iba a parar a hablar con alguien, o al menos la iban a saludar. No es que Ponferrada sea una ciudad demasiado grande, pero si de una población de 65000 habitantes tres de cada cuatro personas se paran a hablarse con tu tía, te das cuenta de que era una persona muy importante, no tan importante como lo sé ahora que era, no tan valiosa como ahora me doy cuenta ahora que lo era, pero siempre supe que era importante... también sabía que no era poderosa, ni rica, ni fuerte (en el sentido físico de ser fuerte, porque en cuanto a fortaleza siempre ha tenido esa fortaleza impresionante de todas las mujeres de la familia Fontal ), es decir, era importante sin tener esos "valores" que se presuponen sobre los que se tiene que asentar una vida ejemplar e imitable, los ídolos se sustentan en el poder, el dinero, y la fortaleza física, no voy a decir que son ídolos de pies de barro, porque eso es redundante, todo ídolo se sustenta en una imagen, en una pose, en algo superficial, banal, exterior... mi tía era importante no porque fuera a ser uno de esos ídolos de poner una pegatina en tu carpeta del colegio, no, era importante, porque había alguna persona para la que era muy importante, y luego había otra persona para la que también era muy importante, y luego otra, y otra, y otra, y otra más...


La importancia de Virtudes es un valor que va más allá del poder, el dinero, la fuerza física, etc.. equívocos valores que nos enseñan desde cada vez más pequeños. Todo aquello que ella nos enseñó, y por lo que ella luchaba, sigue siendo muy valioso para mí y lo será siempre... todo ese tema referente a los valores, y al significado real de la palabra "importancia", va mucho más allá de las religiones, ideología, y credos, es algo universal. No es algo que pertenezca a ninguna ideología, ni credo político o religioso. Las injusticias y desigualdades no entienden ni de fe ni de hooliganismos ideológicos, de hecho muchas veces ese tipo de fanatismos no hacen si no separarnos y perder el foco sobre lo que realmente importa: la persona que tenemos al lado.



Que haya gente muriéndose de hambre en pleno siglo XXI simplemente por mantener este ecosistema injusto en el que un 20% (tirando por encima) de la población mundial vivimos con todas nuestras necesidades básicas cubiertas (y dentro de ese 20% podríamos encontrar porcentajes de riqueza realmente obscenos) aprovechándonos del 80% restante, no se puede tolerar, y eso está por encima de ningún credo. 



Por eso siempre he admirado de Virtudes su entrega, pero sobre todo su libertad para vivir la vida que escogió vivir, esa vida se basó en luchar contra esas desigualdades, y lo hizo a pie de calle, puerta a puerta... Virtudes era como un soldado valiente, que iba a la guerra, que se enfrentaba a mil batallas, que bajaba al lodo de la realidad apartándose del boato y de la ampulosidad del que deberían apartarse ciertas instituciones alejadas de la realidad encerradas en torres de cristal donde el olor de la miseria no les puede llegar, mientras gente como Virtudes se deja la vida por sus ideales sin pedir jamás nada a cambio.



Por otro lado otra cosa de la que me siento muy orgulloso, como ponferradino, nacido y amante hasta el tuétano de esta ciudad, es de que Virtudes era una parte muy grande de Ponferrada, el barrio de San Pedro, su iglesia, todo eso no va a volver a ser lo mismo... Virtudes me recuerda la Ponferrada que conocí de niño, la Calle del Cristo, donde vivió muchos años, con sus estrechísimas aceras por donde no podíamos ni ir de la mano porque apenas cabían dos personas, mucho antes de ser peatonal, y por supuesto, cada dos pasos alguien parándose a hablar con ella o saludarla... la agenda diaria de Virtudes se componía, aparte de hacer sus tareas de ama de casa y ver a la familia y allegados, en despedirse, cuando estabas con ella, con una de sus típicas frases del estilo "bueno, me tengo que ir que tengo que ver a un señor que le pasa...", "te dejo, que me espera una señora que tiene un problema con...", "he de irme porque tengo que ver a un drogadicto que..."... ese era el día a día de Virtudes, estar al lado de los necesitados, pero también de los marginados, porque ser necesitado es duro, pero se hace doblemente duro sentirte y saberte marginado, por tu condición social, tu etnia, el color de tu piel, o por tus traspieses en la vida o las zancadillas que hayas recibido... no sé si realmente existe eso que llaman "vidas ejemplares", pero si sé que mi tía Virtudes era un ejemplo, tanto es así que deja un hueco que va a ser muy difícil de llenar... ojala, por el bien de todos, que se pueda llenar, nada le haría más feliz que ver que todo por lo que luchó sigue vivo y tiene relevo... por eso hay que ensalzarla y reivindicar su lucha diaria, lucha que por desgracia siempre es insuficiente, porque la desigualdad, auténtico mal de nuestro mundo y la mecha que prende otro tipo de problemas, avanza implacable siempre en la misma dirección, ya que esta sartén tiene el mango bien agarrado siempre por el mismo sitio. Virtudes nunca intentó cambiar el mundo, se conformaba con hacer mejor la vida del ser humano que tenía a su lado. El no hace mucho fallecido (y equivocadamente denostado por la Iglesia) José Saramago dijo un día que el hombre hoy día se preocupaba de llegar a la Luna, y sin embargo era incapaz de llegar al ser humano que tenía a su lado.



Con ella se ha ido una parte de mí, de mi infancia, mi crecimiento, mi pubertad, adolescencia... mi vida...  y, con ella se va también una parte de esta ciudad, de una ciudad con demasiadas sombras, con demasiadas ansias de poder, con el equivoco pensamiento de que la "importancia" es el dinero, el poder, o la fuerza... Virtudes hizo por esta ciudad más de lo que ningún político o empresario ha hecho jamás, y si tienen dudas, pregunten por la calle, por las esquinas, por los rincones, por los barrios más pobres... no pregunten en los grandes hoteles o restaurantes, no, pregunten allá donde late la vida de verdad, allá donde la miseria lucha por tener una vida simplemente digna mientras todos nosotros la seguimos pisoteando porque seguimos pensando que lo importante en esta vida es tener un coche mejor que el del vecino, y no que el vecino viva dignamente.  



Y lo que me sigo preguntando... todo esto que hacía, ¿cómo lograba siempre con esa enorme sonrisa?