miércoles, 14 de mayo de 2014

A TUMBA ABIERTA


"En mi cuerpo puedo sentir, cada gota de sangre correr, una mezcla de odio y amor, en mi mundo brilla el sol" (Los Negativos, "Haciendo surf en mi mente")  



Graduado en Underground



No recuerdo ya cuantas veces he eyaculado palabras sobre la muerte, maldita ella, en este blog. Las cosas de la vida, que al final acaban siendo las cosas de la muerte. Dicen que precisamente por el miedo a la muerte, a lo desconocido, a lo que puede haber más allá cuando el telón final se viene abajo es por lo que los hombres inventaron las religiones, y con ellas los ídolos, los cultos, los ritos, las iglesias y las sectas.  


Yo pertenezco a una. La Secta Violeta. Sus preceptos son simbolistas y sus mandamientos modernistas. La sabiduría es ancestral, depositada en las bibliotecas secretas de la Isla de Thule, y la estética es el valor supremo, dejando en segundo plano todo lo demás. Aún entre la basura se está obligado a ser un dandy.   


De modo que una vez siendo parte de la secta, unido a la familia y hermandad de los graduados en underground, uno se siente distinto y distante del gris mundo. La realidad es una ficción. Pero los corazones, finalmente, también se paran...  


Y se nos ha ido Alfredo Calonge. Y es de esas perdidas que dejan a uno descolocado. No es el tópico de "se nos ha ido tan joven", porque sinceramente creo que Alfredo no tenía edad. Cuando consagras toda tu vida a unos ideales estéticos y por muchas décadas que pasen sigues calzando botines de beatle, luciendo hipsters y peinando flequillo, la edad no existe y el tiempo es sólo un invento util para los programadores de televisión.   


Alfredo Calonge, junto a otros aventureros psiconautas de las guitarras y las melodías escribió la mayor biblia jamás conocida en el pop psicodélico español, aquel "Piknik Caleidoscópico" sobre el que tanto hemos escrito y sin embargo tan indescriptible, indescifrable, bello y misterioso nos sigue pareciendo. Y luego vino aquel sábado amarillo en el que en el brebaje parecían rebajar la magia para asemejar una banda pop nacional "normal" (como si fuera poca cosa), para dibujarnos un tratado del dolor del amor en el que podías estar sentado en un bar bebiendo más de la cuenta para acabar deseando disparar al cantante almidonado y llorón. En aquel sábado melancólico ya Alfredo nos avisaba que su muerte sería para siempre, no nos fuésemos a olvidar de la brevedad de la vida, la cual nos obliga al constante "carpe diem", al espíritu báquico e insaciable que debe empujar cada una de nuestras jornadas a la reinvención diaria para cada mañana transformarnos en una nueva cigarra panameña.  


Y Alfredo se reinventaba para buscar el sitio que por derecho propio le correspondía en la "escena" del underground patrio. Dr. Love, Bondage y Canary Sect fueron proyectos que daban fe de su capacidad como músico y creador, pero aquella Biblia que comenzaba en el "Piknik..." simbolista aún esperaba nuevas páginas por ser escritas.   
   


Cansados y decaídos. Los tiempos del Piknik.



Y así nos encontramos con la sorpresa de que Los Negativos volvían, escribían, tocaban, grababan y se subían a los escenarios. Habían amagado a finales de los 90 con "Puzzle", pero con el nuevo siglo lo mejor estaba por llegar. Una liturgia sagrada en el imprescindible Purple Weekend nos ponía sobre aviso. Un tiempo más tarde podía vivir una noche irrepetible. Los Imposibles y Los Negativos compartían escenario en la sala El Sol. Las bandas que habían parido dos libros de instrucciones (distintos en el tiempo pero unidos en el espíritu) para el feroz modernista empeñado en beberse la vida a tragos dionisiacos como eran "Marigold Garden" y "Piknik Caleidóscopico" por fin juntas. El fotógrafo Felipe Hernández me había pedido que le acompañara con motivo de entrevistarles para su web, sin grabadora ni nada parecido. Una improvisada charla con los ídolos en un backstage plagado de alcohol, sudor y recuerdos. "Dandies entre basura", su esperado regreso discográfico, era ya una realidad, ¡y qué realidad! De nuevo la música volvía cargada de poesía, de simbolismo, de metáforas, de imágenes, de rayos de sol, de poder, de fuerza, pero sobre todo de lecciones para vivir, no para dejar pasar los días, si no para vivir. Para enamorarse, sorprenderse y embriagarse (esa receta para la vida que una tarde cualquiera entre alcoholes y amigos garabateé sobre un papel de la barra de un bar), para alcanzar esa visión poética de las cosas según la cual las cosas no son las cosas, si no otras cosas.  


"Aburridos de un mundo sin Brian Jones" era una de esas frases para tatuarte en tu piel y cincelar sobre tu alma, una declaración de principios. Volvían Los Negativos más comprometidos con la batalla estética. El viejo espíritu incoformista, rebelde y escapista que alumbrara a los primeros modernistas, los literarios, allá por el "fin de siecle". Por muy gris, triste y plomizo que sea el mundo que nos rodea siempre tendremos a Michael Caine, Catherine Deneuve, las viejas novelas de terror, y las series de televisión de los 60. Y es que Los Negativos, dentro de su escapismo evasivo empeñados en hacer surf en sus mentes, finalmente son una banda atávica, terrenal, anclada al mundo humano y animal de los seres vivos. Con sus totems, sus ídolos y sus amigos. Su familia y sus panteones sagrados. Por eso no me extrañó cuando en Octubre del pasado año, al cumplirse ocho años de la muerte de Kike Turmix y tener el debido recuerdo para nuestro viejo amigo euskaldun, el propio Alfredo me anunciaba que habían grabado un tema homenaje al bueno del Kikirikón que vería la luz en breve. Y así nos llegó su último single, su página inconclusa anticipo de lo que iba a ser un nuevo LP, con el garagero "Turmix" en la cara B y sobre todo una cara A con ese "A tumba abierta" que, no exagero un ápice, es de lo mejor que han grabado nunca. Otro himno para nuestro ejército nunca saciado de su ansia de color.  


Y Alfredo nos deja con ese "A tumba abierta" sonando como un guiño al pasado, una reivindicación nostálgica de los días feroces y hambrientos del frescor y las madrugadas sin fin, pero con la fuerza impresionante para seguir viviendo, salir a la calle, y volver a beberte la vida y escribir más  páginas, viviendo a tumba abierta. Lo haremos por ti Alfredo. Jamás te olvidaremos. Gracias por regalarnos tanto.      



En El Sol, en 2009, fotografiado por Felipe Hernández.

2 comentarios:

  1. Brutal amigo Pepe

    un abrazo y buen viaje Alfredo!

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  2. Sin palabras , ya las has dicho todas .Y gracias por ellas.
    Hasta siempre amigo Alfredo .

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