viernes, 7 de marzo de 2014

EL FRACASO ES LA MÁS RESPLANDECIENTE VICTORIA





Y Leopoldo María Panero se fue en un sueño, en medio de la noche, dentro de ese manto de espanto que nos cubre a todos los locos, poetas, y hermanos de las hetairas. Se fue con su palabra de excremento y de rabia, náufrago de la cordura en la isla del malditismo.  

Panero, poeta más conocido que leído, no era maldito por pose. Bebedor, fumador, drogadicto, bisexual y esquizofrénico... poseía todos los tics de la más absoluta rebeldía, la de los ángeles caídos. La única diferencia entre cualquier animal desahuciado en las calles y Panero es que éste de vez en cuando se sentaba a escribir, y escupía veneno y poesía marchita, auténtica flor del mal de nuestra literatura. Panero se ganó su lugar en la eternidad de las letras mientras perdía su sitio en el mundo.  

Decía Nietzche que quien mira largo tiempo a un abismo el abismo también le miraba a él. Mirar a los ojos de Panero era enfrentarse a ese abismo hecho hombre de carne macilenta. Panero, gigante de una generación atemporal unida por la miseria del fracaso, la más resplandeciente victoria, como afirmaba el propio poeta. Convertido en animal exótico, objeto de interés bizarro tras el éxito del indescriptible trabajo de Jaíme Chavarri "El desencanto", cinta de exhibicionismo sentimental y amargura nihilista, en realidad Panero ha sido referente de todos los que en los días que comenzamos a acercarnos a las letras buscábamos algo sucio, jodido, podrido, y en definitiva que oliera a pura vida, a estiércol y a entrañas. A Panero no se lee, se le vive. Cuando ingresado en un hospital escribí los versos de "Enfermera de noche", los cuales fueron desgranados en su momento en este blog, el espíritu de Panero inconscientemente revoloteaba el cuaderno. En aquellos versos, al fin y al cabo, estaba toda mi libertad, renunciada ya hace tiempo desde que me domesticara como un eslabón más de un sistema basado en la productividad y el dinero. Por eso siempre envidiaré a los miserables espíritus libres, aquellos que viven en el polvo y se revuelcan en el sexo, ahogados de alcohol y anestesiados de nicotina y opio.   

La libertad no es un jardín de rosas ni un campo verde en plena primavera. La libertad es la humanidad en su más cruenta esencia. La mierda, el excremento, la orina y el sudor. Panero lo entendía. Comprendía que por mucho que nos vistamos con las mejores galas y nos empapemos de caros perfumes no dejaremos de ser animales dionisiacos de pezuñas y ponzoñas. Panero era la nausea en la sociedad, la arcada en el sistema, el pedo atronador irrumpiendo en medio de un desfile de modas.  

Panero, diablo hermanado con los simbolistas franceses agita por fin su copa de vino mientras brinda unas letanías a Satán. Al final logró escapar de la locura, esquivar a la vida, huir por una rendija del manicomio llamado realidad. 

Poeta de los infiernos, los burdeles, las cloacas luminosas  y las esquinas donde habitan las vomitonas, ten piedad de nuestra larga miseria. 

Tú que miraste el abismo y el abismo se hizo en ti, ten piedad de nuestra larga miseria. 

Tú que hiciste arrodillarse a la cordura y obligarla a practicar una felación en tu entrepierna, ten piedad de nuestra larga miseria. 

Tú que diste de comer en tu mano al albatros de Baudelaire, ten piedad de nuestra larga miseria.

Tú que bebiste del delirio en copas de piel de espanto, ten piedad de nuestra larga miseria.  

Tú que masturbaste las palabras, retorciste las letras, envenenaste los versos.  

Poeta que es el ojo del culo, el pene erecto, y la raja maldita de la sociedad quebrada. 

Renglón torcido de Dios escrito con sangre de virgen. Trazo del demonio dibujado con pluma de faisán. Macho cabrío oficiante de todas las orgías del mundo. Ten piedad de mi larga miseria.  


2 comentarios:

  1. No puedo entrar en discusión porque no soy lector de poesía, pero en alguna entrevista que vi de este señor me pareció un poco "pose". Ya te digo que desconozco su obra, vida y milagros, ese es tu terreno, pero me dió esa sensación.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, la esquizofrenia de Panero era algo real, o al menos diagnosticado científicamente... sobre la pose, podríamos entrar incluso en que toda la vida, al fin y al cabo, es pose... y mucho más cuando se trata de arte... imagino que Panero, aún dentro de su locura, era consciente del culto e interés que despertaba (aunque te digo que en la última feria del libro de Madrid estábamos cuatro en su caseta)

    ResponderEliminar