miércoles, 31 de diciembre de 2014

HAPPY CHRISTMAS YOUR ARSE!!



Swedenborg, Swedenborg...




¿Hay acaso algo que celebrar, cuándo los acontecimientos se precipitan al vacío en un suicido de silencios?    

Seamos una burricie sentimental, una cabellera semental, y celebremos, riamos, bebamos y nos comamos los unos a los otros. Saquemos a pasear el Swedenborg que llevamos dentro. 

Y notamos el filo silencioso del calendario que pasa otra página, el tiempo, campeón imbatible de nuestras necedades, el maestro nihilista de nuestra nada, nos trae otro número que añadir a nuestra joroba, otra cicatriz de anhelos imposibles. 

“Hacemos el balance de lo bueno y malo”, cantaban aquellos andróginos metaanfetaminados. 

Y yo aquí con los Pogues, buscando el espíritu del alcohol, la señera de mi vida… 

Y es que nuestras vidas son Los Del Río, que van a bailar, con Macarena. 

Soy un obcecado, un idiota envuelto en histeria sentimental quien se pincha con la aguja de su plato una y otra vez mientras los Zombies cantan aquello de “This will be our year”… Swedenborg, Swedenborg, que listo nos salió aquel rapaz, y que miras más arriesgadas que tenía su grisácea melena. 

Aquellos eran días de pecado y redención, y luego más pecado. Alcohol y lujuria, mujeres y pegamento. 

El almanaque de nuestras vidas, infinitos paseos de nostalgia sobrevenida… Swedenborg, Swedenborg… 

Caperuzas de dignidad en recuerdo de Germán Coppini. 

“Marineros, soldados, solteros, casados…” canta la mamarrachada hipertensa. 

Y ya nadie se acuerda de Sinatra en Reprise, Septiembre de nuestras vidas, excepto locutores de voz cavernosa disparando desde lejanas trincheras, huyendo de los tambores y el hemiciclo. 

Y yo que sólo venía a desearles feliz año, pero se me fue la brocha… 

Swedenborg, Swedenborg… 

Descorchemos el champán, amigos míos, ¿no lo notan agitándose en mi entrepierna? 





martes, 9 de diciembre de 2014

SON TODOS IGUALES



Liberación de París, Agosto de 1944





Son todos iguales, nos dicen los malabaristas del pensamiento agitando la equidistancia de los vaivenes.

Es lo mismo asesinar que ser asesinado,
Es lo mismo robar que ser robado,
Es lo mismo mentir que ser mentido,
Es lo mismo violar que ser violado.

Es lo mismo ser el puño que el rostro ensangrentado,
Es lo mismo ser la bota que el cuerpo pisoteado,
Es lo mismo ser el palo que el lomo apaleado.

...es lo mismo el martillo que el clavo.

Igualdad de lo peor de la condición humana para que la barra libre sea prolongada y desaparezcan de una vez por todas aquellas cosas que alguna vez nos hicieron desear cambiar lo que nos rodea y perfumar las cloacas con nuestros actos. Desaparecen los principios, los valores, la lucha, la vergüenza y la ética, arrojados al retrete de las ideologías, porque son todos iguales.

Ciudadano silente e inerte al que ya no le quema ni la rabia por dentro, porque son todos iguales.

Es lo mismo estar arriba que abajo, a la derecha que a la izquierda, en el centro que en los laterales. Es lo mismo la calva que la melena, la barba que la coleta, la corbata que la camiseta. Es todo lo mismo, ciudadano silente e inerte, por lo que no se preocupe por nada, relájese viendo un partido de fútbol donde aún siendo todos iguales, al menos los colores le permiten distinguir de quienes usted considera buenos, de los malos.

Es lo mismo ultrajar que ser ultrajado,
Es lo mismo pisotear que ser pisoteado,
Es lo mismo mancillar que ser mancillado,
Es lo mismo difamar que ser difamado.

No vaya a ser que un día nos de por recuperar esas pequeñas cosas que hicieron mover levemente el mundo, escapar de su pereza lampedusiana y atisbar un rayo de sol perfumando las cloacas. No vaya a ser que usted, ciudadano silente e inerte un día despierte, hable, grite, se indigne, chille y patalee. ¡Qué espectáculo dantesco para el orden de las cosas!

No vaya a ser que un día descubra que el mero hecho de ser humano no justifica asesinar, matar, robar, mentir, expoliar, esclavizar, corromper y pisotear.

Es lo mismo un asesino que un asesinado.
Es lo mismo un ejército invasor que un pueblo invadido.

Recuerdo aquellas charlas luminosas con Juan Carlos Mestre,
Genio parido de nuestras verdes entrañas bercianas.

No se puede comparar a un alto cargo nazi que haya dirigido un campo de concentración con un resistente del Ejército Francés de Liberación, por mucho que ambos sean ancianos y estén en sillas de ruedas, es justo recordar que lucharon por cosas diametralmente opuestas”

¿Son todos iguales?, el dorado poeta me decía que no.

Pero ahora los altavoces gritan salvajemente que sí, que son todos iguales, ergo, que todo está perdido… encienda usted el plasma, abra la botella, conduzca su bólido, juegue a la ruleta rusa… elija su paraíso artificial, fume a gusto su opio del pueblo y abandone las preocupaciones… son todos iguales y no hay salvación posible.

No vaya a ser que usted, ciudadano silente e inerte, un día piense que se puede luchar. Luchar contra los totalitarismos, talibanismos, contra la injusticia, contra el racismo, el clasismo, el machismo, la homofobia, la corrupción política, el abuso de poder, la esclavitud, la precariedad laboral, las políticas exteriores imperialistas, la globalización expoliadora de materias primas de países pobres, el hambre, el maltrato a los débiles y a los animales…

No vaya a ser que desperecemos la cosa esta de los principios y los valores, que el lodo de las ideas vuelva a sentir el calor de los rayos del sol y el hambre de justicia nos haga pensar que, mire usted que estupidez, que no son todos iguales, que no es lo mismo, como decía la canción.

Que no es lo mismo el ejecutor que el ejecutado.
No es lo mismo el captor que el capturado.
No es igual el machista maltratador que la mujer maltratada.
No es lo mismo el violento racista que el extranjero apaleado.

No se canta igual a la guerra que a la paz, no se trabaja del mismo modo el oprobio que la justicia, no se esculpe con el mismo material el odio que el amor.

No es lo mismo el abuso del ser humano sobre un animal, que la defensa de ese animal que hace otro ser humano.

No se iguala una caricia a un puñetazo, ni un beso se compara al escupitajo, el poema no es un himno militar ni a la sincera amistad podrá acercarse nunca el odio por el prójimo.

Son iguales los espejos y los cristales que nos devuelven el reflejo, pero no lo que en ellos se contempla.

Ciudadano silente e inerte, individuo con derechos y deberes y pesares existenciales, arrojado al océano de la duda del sentido de la vida. Ciudadano que ni ha robado, ni ha mentido, ni ha ultrajado, ni ha violado, ni ha maltratado. Levante su voz y agite su orgullo. Porque usted sabe que no son todos iguales. Porque usted es la prueba viva y decente de ello. No deje que ellos, los que se apalancaron tiempo ha en la barra libre, sigan ganando la partida. Porque ellos no son iguales, y en su engaño vive su victoria.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

VIRTUDES


Hoy se cumplen cuatro años de la desaparición física de una de las personas más importantes en mi vida... intenté homenajearla en su momento vagamente haciendo lo único que mínimamente se hacer, escribiendo, con esta carta enviada a un diario local de Ponferrada. Creo que nunca lo publiqué en este blog, y dado que su recuerdo vive más que nunca en mí y en todos los que la conocimos, hoy decido hacerlo. Va por ella, va por su memoria, va por siempre.      












Virtudes Fontal se ha ido, muy rápido, y a la vez muy despacio, con esa discreción de quien elige vivir su vida ajena al ruido mediático y a los focos, una persona que nunca quiso molestar y sin embargo siempre quiso ayudar, una persona que siempre estuvo, y una persona que nunca sobró... parece redundante escribir sobre las mayores virtudes de una persona que ya llevaba desde su bautismo tal nombre, como si fuera una premonición a un destino, a la vida que siempre quiso llevar, he conocido muchísima gente a lo largo de mi vida, gente mediocre y gente genial, gente ordinaria y gente extraordinaria, gente fría y gente caliente, libros cerrados indescriptibles e imposibles de descifrar y libros abiertos, claros, límpidos y cristalinos... de todo el paisanaje del vasto ser humano que he conocido a lo ancho y largo de mi vida la única cosa que puedo respetar por encima de todo es a la gente que vive su vida tal y como la quiere vivir... esa es la auténtica gente libre, todo lo demás son paparruchas, números inverosímiles, hipotecas monetarias y sentimentales, cábalas esotéricas sin ningún sentido, y apuestas banales por un pedazo de gloria terrenal... 



Mi tía Virtudes, no me cabe ninguna duda, pertenecía a ese extraño y cada vez menos abundante genero de la gente absolutamente libre, esto es, la gente que vive su vida tal como concibe vivirla, que dedica todo ello, es decir, su vida, su tiempo, su ser, su esencia, todo lo que tiene, que se entrega en cuerpo y alma a un único ideal, con todas las consecuencias, sin pararse a pensar si es bueno o malo, beneficioso o perjudicial, simplemente, gente que vive, que hace, que actúa, según los dictados de su corazón... no hay nada irreprochable en ello, siempre hizo lo que quiso, posiblemente pudiéramos reprocharle que no pensase más en ella en vez de hacerlo tanto en los demás, pero entonces le estaríamos pidiendo que no viviera esa vida que escogió vivir. La auténtica libertad es la de quien quiere vivir su vida y la vida, y esa vida, va mucho más allá de "cosas", cosas materiales, impostadas, paraísos terrenales que nos hacen creer que dan la felicidad, tener un gran coche, mejor dos y último modelo, un chalet en la sierra, viajar en primera clase, dinero, mucho dinero, amasarlo... una posición social elevada, un nombre en las altas esferas, un gran nombre en la política, tener poder ejecutor, que las grandes decisiones pasen por tus manos... en definitiva todo lo auténticamente superficial, todo lo que condena al hombre, al ser humano, a la esclavitud, el ansia de poder, el "tanto tienes, tanto vales".



Con mi tía Virtudes comprendí muchas cosas que de alguna manera han influido en mi forma de ser y de pensar. En estos momentos no tengo recuerdos para los regalos materiales que pudiera hacerme, que seguro que fueron muchos, y sin embargo recuerdo cosas de muy niño, soterradas en esos rincones de mi cerebro, de mi conciencia, que ella me enseñó, y ese fue el mejor regalo, el regalo de ver las cosas tal y como son sin ningún tapiz ni eufemismo... recuerdo ver con ella chabolas, miseria, podredumbre, desolación, amargura, familias rotas... yo podía llegar a casa y tener la mejor familia posible, que la he tenido y sigo teniendo, ver dibujos animados en el televisor, o leer mis queridos comics de superhéroes,  pero mi tía Virtudes me dio desde muy niño una bofetada de realidad que jamás he olvidado y jamás olvidaré, y me la dio desde el subsuelo, desde la calle, no me enseñó gráficos ni estudios de Unicef ni de Oxfam ni de la ONU sobre como con lo que se gasta en armamento al año cualquier país desarrollado se podría paliar todo el hambre en el tercer mundo (lo cual por otro lado es cierto para quien quiera darse cuenta del estercolero de globo terráqueo en el que vivimos y lo asumimos sumisamente mientras compramos nuestro nuevo televisor de plasma). No, no me enseño esa teoría, me enseñó la realidad, me enseñó las chabolas, me enseñó la pobreza... y ese es el mejor regalo que me han hecho jamás y que jamás olvidaré, y eso hace y hará siempre que siga pensando que hay cosas por las que luchar, sea como sea, a pie de calle o desde un púlpito, con un bolígrafo o con una metralleta, pero el día que dejemos de sentir que hay cosas por las que luchar, o bien viviremos en ese mundo justo, en el que simplemente no vivimos porque no queremos y/o no interesa, o bien porque estaremos muertos por dentro, lo cual es peor que estarlo por fuera. 



Mi tía Virtudes siempre fue una persona muy importante, eso lo comprendí desde muy niño también, y eso se reflejaba en algo de lo que siempre hemos hablado toda la familia... pasear con ella era saber que cada dos pasos se iba a parar a hablar con alguien, o al menos la iban a saludar. No es que Ponferrada sea una ciudad demasiado grande, pero si de una población de 65000 habitantes tres de cada cuatro personas se paran a hablarse con tu tía, te das cuenta de que era una persona muy importante, no tan importante como lo sé ahora que era, no tan valiosa como ahora me doy cuenta ahora que lo era, pero siempre supe que era importante... también sabía que no era poderosa, ni rica, ni fuerte (en el sentido físico de ser fuerte, porque en cuanto a fortaleza siempre ha tenido esa fortaleza impresionante de todas las mujeres de la familia Fontal ), es decir, era importante sin tener esos "valores" que se presuponen sobre los que se tiene que asentar una vida ejemplar e imitable, los ídolos se sustentan en el poder, el dinero, y la fortaleza física, no voy a decir que son ídolos de pies de barro, porque eso es redundante, todo ídolo se sustenta en una imagen, en una pose, en algo superficial, banal, exterior... mi tía era importante no porque fuera a ser uno de esos ídolos de poner una pegatina en tu carpeta del colegio, no, era importante, porque había alguna persona para la que era muy importante, y luego había otra persona para la que también era muy importante, y luego otra, y otra, y otra, y otra más...


La importancia de Virtudes es un valor que va más allá del poder, el dinero, la fuerza física, etc.. equívocos valores que nos enseñan desde cada vez más pequeños. Todo aquello que ella nos enseñó, y por lo que ella luchaba, sigue siendo muy valioso para mí y lo será siempre... todo ese tema referente a los valores, y al significado real de la palabra "importancia", va mucho más allá de las religiones, ideología, y credos, es algo universal. No es algo que pertenezca a ninguna ideología, ni credo político o religioso. Las injusticias y desigualdades no entienden ni de fe ni de hooliganismos ideológicos, de hecho muchas veces ese tipo de fanatismos no hacen si no separarnos y perder el foco sobre lo que realmente importa: la persona que tenemos al lado.



Que haya gente muriéndose de hambre en pleno siglo XXI simplemente por mantener este ecosistema injusto en el que un 20% (tirando por encima) de la población mundial vivimos con todas nuestras necesidades básicas cubiertas (y dentro de ese 20% podríamos encontrar porcentajes de riqueza realmente obscenos) aprovechándonos del 80% restante, no se puede tolerar, y eso está por encima de ningún credo. 



Por eso siempre he admirado de Virtudes su entrega, pero sobre todo su libertad para vivir la vida que escogió vivir, esa vida se basó en luchar contra esas desigualdades, y lo hizo a pie de calle, puerta a puerta... Virtudes era como un soldado valiente, que iba a la guerra, que se enfrentaba a mil batallas, que bajaba al lodo de la realidad apartándose del boato y de la ampulosidad del que deberían apartarse ciertas instituciones alejadas de la realidad encerradas en torres de cristal donde el olor de la miseria no les puede llegar, mientras gente como Virtudes se deja la vida por sus ideales sin pedir jamás nada a cambio.



Por otro lado otra cosa de la que me siento muy orgulloso, como ponferradino, nacido y amante hasta el tuétano de esta ciudad, es de que Virtudes era una parte muy grande de Ponferrada, el barrio de San Pedro, su iglesia, todo eso no va a volver a ser lo mismo... Virtudes me recuerda la Ponferrada que conocí de niño, la Calle del Cristo, donde vivió muchos años, con sus estrechísimas aceras por donde no podíamos ni ir de la mano porque apenas cabían dos personas, mucho antes de ser peatonal, y por supuesto, cada dos pasos alguien parándose a hablar con ella o saludarla... la agenda diaria de Virtudes se componía, aparte de hacer sus tareas de ama de casa y ver a la familia y allegados, en despedirse, cuando estabas con ella, con una de sus típicas frases del estilo "bueno, me tengo que ir que tengo que ver a un señor que le pasa...", "te dejo, que me espera una señora que tiene un problema con...", "he de irme porque tengo que ver a un drogadicto que..."... ese era el día a día de Virtudes, estar al lado de los necesitados, pero también de los marginados, porque ser necesitado es duro, pero se hace doblemente duro sentirte y saberte marginado, por tu condición social, tu etnia, el color de tu piel, o por tus traspieses en la vida o las zancadillas que hayas recibido... no sé si realmente existe eso que llaman "vidas ejemplares", pero si sé que mi tía Virtudes era un ejemplo, tanto es así que deja un hueco que va a ser muy difícil de llenar... ojala, por el bien de todos, que se pueda llenar, nada le haría más feliz que ver que todo por lo que luchó sigue vivo y tiene relevo... por eso hay que ensalzarla y reivindicar su lucha diaria, lucha que por desgracia siempre es insuficiente, porque la desigualdad, auténtico mal de nuestro mundo y la mecha que prende otro tipo de problemas, avanza implacable siempre en la misma dirección, ya que esta sartén tiene el mango bien agarrado siempre por el mismo sitio. Virtudes nunca intentó cambiar el mundo, se conformaba con hacer mejor la vida del ser humano que tenía a su lado. El no hace mucho fallecido (y equivocadamente denostado por la Iglesia) José Saramago dijo un día que el hombre hoy día se preocupaba de llegar a la Luna, y sin embargo era incapaz de llegar al ser humano que tenía a su lado.



Con ella se ha ido una parte de mí, de mi infancia, mi crecimiento, mi pubertad, adolescencia... mi vida...  y, con ella se va también una parte de esta ciudad, de una ciudad con demasiadas sombras, con demasiadas ansias de poder, con el equivoco pensamiento de que la "importancia" es el dinero, el poder, o la fuerza... Virtudes hizo por esta ciudad más de lo que ningún político o empresario ha hecho jamás, y si tienen dudas, pregunten por la calle, por las esquinas, por los rincones, por los barrios más pobres... no pregunten en los grandes hoteles o restaurantes, no, pregunten allá donde late la vida de verdad, allá donde la miseria lucha por tener una vida simplemente digna mientras todos nosotros la seguimos pisoteando porque seguimos pensando que lo importante en esta vida es tener un coche mejor que el del vecino, y no que el vecino viva dignamente.  



Y lo que me sigo preguntando... todo esto que hacía, ¿cómo lograba siempre con esa enorme sonrisa?


sábado, 22 de noviembre de 2014

LETARGO EXISTENCIAL PLAGADO DE UN DESEQUILIBRIO ROTO



"Los Amantes" (René Magritte, 1928)





Como empezó la aventura de mis huesos rotos,
el naufragio de la monotonía quebradiza.

Apenas puedo recordar,
sólo un susurro de nostalgia
y pereza de entrepierna.

Los árboles erectos y majestuosos anunciando un nuevo Otoño
y los campos y paisajes del alma y de España y del precipicio de mis sentimientos.

Eras tú todo la luz que alumbraba un camino
nuevo diverso y embaucado
la luz de un laberinto nuevo diverso y dionisíaco
la luz de un acertijo nuevo diverso y algebraico.

El repelús de mis entrañas
bajo el sol asfixiante de Daimiel.

El enigma de la constelación de una por una todas mis palpitaciones,
la rebelión de mis sudoraciones,
mis fiebres,
desvelos,
pesadillas
y juegos de azar
y de manos
con el Caos.

El terrible ejercito de las emociones
y la batalla de mis sentimientos
alzando la bandera blanca de la rendición
por ti,
por tus huesos rotos,
por tus desvarios,
por tus trampolines de suicidio y chocolate,
por las ventanillas donde se asoma el deseo,
el hectoplasma de un placer que se nos ha negado
y al que accedemos a golpe de pistola y erección.

Nadie dijo que nuestro amor fuera fácil
y nadie dijo que fuera difícil,
simplemente nadie dijo nada porque no salió en los periódicos
ni se radió en las emisoras
y ese es el bendito consuelo de nuestra tranquilidad
de fabricarnos el futuro a martillazo de taquicardia
y de delicia en verso, verbo, carne y rebelión.

Fuimos bautizados como hijos bastardos de la locura
bajo una lujuria de espantos y retortijones.

Tenemos la libertad de los perdedores,
de quienes no se espera nada...

...sólo nuestro beso infinito y nuestro aroma escapista.

Ahora comprendo la solución a este enigma: somos tú y yo.

Y así empezó la aventura de mis huesos rotos,
naufragio de la locura,
escalada y descenso,
abismo
y pasión.

El amor explotó y lo que quedaba sano en mis sienes enfermas escupió un vómito surcando el papel.

Escribir, ese fue mi destino...
Poesía, esa fue mi herramienta...
Surrealismo, eso fue mi condena...

Y así,
sólo quedó la sangre
y la aventura de mis huesos rotos.

Los nudillos del hambre
y de las puertas que no se abren.

Y a pesar de todo escribir, amar, vivir, y rezar por un futuro mejor
con mis mejores deseos encriptados bajo la brújula
de mi alma devorada por el espanto de contemplarse a si misma.

Nunca olvidéis que un día inicié la aventura...



domingo, 16 de noviembre de 2014

LOS JUEGOS MALABARES DE LA MELANCOLIA




Max Ernst, de su serie "Una semana de bondad"




Acaso no recuerdas el vértigo de tu senos
cuando todo era un ocaso de la tragedia
construido desde el mediodía de nuestras miserias.

Fue una mañana en la que nos revolcamos en un delirio abstracto,
en un lodo mancillado de esperma benevolente,
una aureola salvaje,
escuadra y cartabón de agitación malsana.

No lo recuerdas,
claro que no lo recuerdas
sencillamente porque nunca sucedió,
pero investiga en la profundidad de tus pezones

y verás que un día en ellos se rodó un capítulo de “Vacaciones en el mar”  

TRAYECTO EN EYACULACIÓN CERRADA





Amigos, vengo aquí bien jodido, hecho yo todo mismo un saco de dolores anímicos y físicos de anemias y sudoraciones y ganglios no bien contrastados. Un Ecce Homo de “la escena”, la epidural de lo que fuímos, una sonda en nuestros huevos de flotación, cuando fuímos reyes y ahora sólo somos guiñapos atrapados en un misero recuerdo, una misera sombra que pudiera evocar a Del Shannon... ¿alguien se acuerda de Del Shannon?, ¿ALGUIEN SE ACUERDA DE DEL SHANNON? No sé como ni porque, pero de repente todo eran calles, todo era Madrid, todo era la noche, sus arrabales, sus recovecos, sus nocturnidades, sus miserias, sus humedades, y mis dolores de espalda... y sin saber ni como ni porque ni ganas de descifrarlo desde el Fun House me he visto más perdido que un político honrado en un congreso del PP hasta poder llegar a casa, tarareando canciones imposibles e imaginando lluvias radioactivas, pinchando una y otra vez en mi cerebro “El eterno femenino” de La Mode... un saco de huesos y dolores, no hay más misterio, un pelotón de melancolía, un desastre andante maloliente y al menos bien afeitado, un susto para las audiencias... eso soy yo y el imberbe latido de mi corazón...

Y en estas circunstancias me vi en en el metro, y como podéis ver mi única compañía era “Trayecto en noche cerrada”... trayecto abyecto, duro como el ganglio que me destroza los tímpanos, un puñetazo de realidad que duele a menos de que estés borracho, y entonces te resultan indoloras acepciones y frases como “desconocía el maquillaje y ahora parece dominarlo” (en que pocas palabras se resume el poder atávico de la condición fémina), o definir un momento de la noche, de la vida, como “una hora rara en la que los travestis dejan libres las esquinas”...

Y esto ha sido mi noche, mi dolor, mi circunstancia, mi tímpano, mi edema, mi fonema, mi cangrena, mi poema, mi almena, mi cena... un disparate alertagado de melodías, canciones, palabras y sentimientos, lo de siempre, un batiburrillo de locura, un disparate, el loctite de la necedad, un torbellino de nervios quebrados, rotos, muy rotos, un llanto de esperma irisado, el arco iris de los primates, desgracia disimulada, tragedia... destrozo y vermú emancipado, frases de nuestros abuelos y un no somos nada sempiterno...

En el rescate se construye la literatura, o viceversa, y la literatura, el tejido de las palabras, el esqueleto de los verbos, la morfología de los sentimientos, viene a salvarnos la vida... sucedió con Dani, muchos lo sabéis, se erigió en autor de su propia vida y su destino y arrojó al retrete un pasado que no lo pertenecía y con el cual no sentía deudas... admirable salto al vacío... la literatura se construye con este tipo de acrobacias sin red, pero en el siglo XXI tienen más mérito (no tenemos ningún Vicente Aleixandre recibiendo en Velintonia 3 a todos los hijos bastardos de las llamaradas, ningún papá Hemingway acariciándonos el lomo antes de ir a cazar un leviatán), esto es lo que hay y esto es lo que somos... primates salvajes de penes erectos, brocha y eyaculación, pintura y esperma, verbo y lefa... la verdad del disimulo, la sencillez de la mentira.

¿Por qué hay que recomendar el libro de Daniel Bernabé?, no sé si por todo lo expuesto anteriormente, porque sinceramente no sé lo que he expuesto anteriormente... hay que recomendar el libro de Daniel Bernabé por varias y asépticas sencillas razones. Es un libro escrito por un hombre lo suficientemente joven y lo suficientemente viejo para dotar de sentido al adjetivo “airado”. Es un libro de verdad, de dolor, incómodo.... y sobre todo es un libro escrito con las tripas. Es un libro inflamable al que hay que acercarse con cuidado, pero al que hay que acercarse. Y estamos en el deber de reivindicarlo, reconocerlo, recomendarlo, porque el mundo se ha llenado ya de tanta basura y mediocridad que es la hora de levantar la trinchera y defender lo nuestro, decir de una puta vez verdades como puños, decir que Paquirrín NO es un dj, que Belén Esteban NO es una escritora, que Ana Rosa Quintana NO es cultura, que la Mariló NO es periodismo, que Marhuenda NO es sano, que el Partido Popular NO es democracia, que el PSOE TAMPOCO, que NOS ROBAN, NOS ESTAFAN, NOS MEAN ENCIMA Y DECIMOS QUE LLUEVE... esa es la gran deuda con la humanidad, como hemos sido capaces de estafarnos a nosotros mismos, a bajar la cabeza y decir que todo está bien y oler la mierda y decir que olía a rosas... ¡CÓMO NOS HEMOS TRAICIONADO DE ESA MANERA!

No deberíamos haberlo hecho, y ahora nos quejamos por si alguien da un puñetazo de verdad, una bofetada despierta de integridad, un aldabonazo en la puerta de los sentimientos enterrados.

Nos hemos dejado pisar, y ahora nos parece formidable que alguien levante la voz...

...pero la voz nunca estuvo callada, simplemente estaba cogiendo fuerzas...

Esto era para hablar sobre el libro de Daniel Bernabé, un gran tipo que le plantó cara a la vida y se ha convertido en lo que quería: escritor. Un tipo que ha sido capaz de darle un vuelco a su vida para, sí, ejem, como diría un anuncio de Coca-Cola, cumplir sus sueños.

Un tipo con cojones, integro, que se dice. De la cuerda de los Valle-Inclán, Berlanga o Azcona, antes de que España se abandonase a si misma, posiblemente porque se dejó de afeitar y se descuidó a si misma.

Estas son unas palabras que por necesidad y salud mental tenía que juntar... tenía otro frente abierto e iba a ser para publicar en el blog, basado, como no, en “El único juego en la ciudad” de La Mode, en como me perdí esta noche por la ciudad, en como sigo viendo la metrópoli como en un comic de los 80 (Metal Hurlant, Cimoc, etc), o cómo en “Blade Runner”, y como lo único en lo que pensaba cuando iba perdido por las calles era en el mundial de ajedrez, como todo el romanticismo de Arrabal se ha ido al traste, ya no hay guerra fría... un noruego contra un indio, what the fuck?, y como me cuesta cada vez más reconocer genios en ese bendito juego... nunca tragué a Anand, un tipo que se vanagloria de dormir 10 o 12 horas al día no es mi tipo de personaje predilecto, dame un Juan Ramón Jiménez encerrado sin dormir dedicado a escribir poesía...

Los rusos eran otra cosa, la variedad del tormento.... Karpov, el analista, Kasparov, el anarquista, las dos caras de la misma moneda... Kasparov no era tan bueno, ejem, “técnicamente” como Karpov, dicen los puristas, entre ellos Arrabal, pero en su anarquía se encuentra la grandeza de un ajedrez libre... posiblemente el mejor libro de ajedrez que he leído en mi vida, en cuanto a táctica, sea el de Kasparov de finales de los 80 sobre finales con peones... el mejor en cuanto al ajedrez en sí, por supuesto, el “Crónicas del ajedrez” de Arrabal, pero es que cualquier cosa escrita por Arrabal, incluso una lista de una compra, siempre será una obra maestra, y eso no es táctica ni técnica ni su temido milenarismo que iba a llegar... es simplemente ser un genio...

Y sobre esto iba a hablar en mi blog pero ya es tarde y estoy muy cansado, tanto como para no apetecerme escudriñar la última partida del campeonato del mundo y como Carlsen está destrozando la defensa berlinesa de Anand. Nunca fui de Anand, creo que ya lo he dicho.

Y así...

Esta es una de las mejores expresiones de todos los tiempos, es muy gallego, es una manera de despedirse pero a la vez decir que la vida sigue, que todo sigue igual, que mañana sale el sol (menos para Anand, que duerme 12 horas, yo es que nunca fui mucho de Anand, creo que ya lo he dicho al menos por tercera vez), que nos despedimos, pero es un punto y seguido, porque seguimos viviendo, seguimos bebiendo, seguimos bailando... y así...

Y por cierto, Kasparov se corría los 100 metros libres en 10 segundos, cuidado con eso.

Claro que a Kasparov nunca le imitó Joaquín Reyes y con Karpov si que hizo una muy buena, cuidado con eso también.

martes, 11 de noviembre de 2014

LA FEA MÁS BELLA DEL MUNDO









La ciudad en la que nací se llama Ponferrada.

Hay quien no le da importancia a su lugar de nacimiento, pero para mí eso sería como no importarte quienes han sido tus padres.

La ciudad que me alumbró y me parió entre un amasijo de hierros y brumas de niebla y carbón es Ponferrada. Nacer en Ponferrada es ser hijo de la niebla y del carbón.

Es Ponferrada una ciudad caótica, traqueotómica y odiseíca. Un pedazo de calles angostas, un precipicio de barrios oscuros y una riada de bares de luces oscuras.

Es Ponferrada ciudad de genios de barra de bar y revolucionarios de retrete. Un pasadizo de barbaridades. Una galería de emociones psicalípticas. Un sinsentido erótico y sinestésico de lluvia de algodón.

Tiene Ponferrada aroma a nostalgia y pólvora mojada. Un lamento quebradizo e inexplicable. Sirva de ejemplo la manzana de mi casa, que vista desde el cielo, a vista de estornino salvaje, parece una broma pesada. Y es que es Ponferrada ciudad donde la arquitectura se transforma en surrealismo. Y así son mis sentimientos, un empuje de galeras otoñales donde se transforma la poesía, el amor y el veneno.

Ponferrada es ciudad de constante sábado noche lluvioso y de eterna mañana de domingo de resaca. Ponferrada es la conciencia del trapisondismo, el teatro de las poses quiméricas, el tablero de ajedrez de un Dionisos embrutecido.

Sólo en Ponferrada nos emborrachamos para evitar parecer borrachos.

Ponferrada es la arquitectura de los locos, y la geometría del alma.

Las calles de Ponferrada son a todo punto inexplicables, retorcidas, ilegibles, misteriosas, venenosas, ponzoñosas... decadencia instalada hasta en las figuras de los semáforos. Dantesco folletín que comienza cuando apenas acaba.

En Ponferrada el tiempo se mide en vasos de vino y la vida vale la cantidad de lágrimas de esperma que vomita tu aliento.

La arquitectura de los locos... la geometría del alma...

La noble niebla, el carbón cabrón. Ciudad de lobos que llevan al cine a las ovejas. Ciudad de acoso y espanto. Ciudad de almenas templarias y cornetas de cacahuete. Ciudad de ciudadanos que padecen en silencio las espectrales figuras de faraones de quita y pon, las abominables fauces de empresarios de verbo en las pistolas. La dialéctica de Ponferrada es el orujo y el carajillo es la biblia henchida en orgulloso alcohol.

En Ponferrada se vive y se bebe. Todo por los locos, los arquitectos, y los melancólicos gimnastas del alma.

Ponferrada descoloca mi geometría emocional, es el puzzle que se rompe en mil pedazos, el lienzo vital que se resquebraja.

En Ponferrada se construyen gigantescas torres que quieren llegar al cielo pero se hunden en el barro.

Dicen que estoy loco por amar a Ponferrada, la ciudad del paisaje roto donde los pájaros se columpian en las grúas... la fea más bella del mundo.  

viernes, 24 de octubre de 2014

LA ORTODOXIA DE LA ORTODONCIA




Dalí y el "Rinoceronte vestido con puntillas" (Phillipe Halsman, 1956)






Que deliciosa aquella mañana
En la que me asomé a un ojo del culo que acariciaba una tormenta

Había tenido un despertar jaleado con un rostro de bollería suiza por lo que desayuné amaneceres de nitroglicerina. Era una madrugada cautiva de odio y espanto, un desaguisado de país desaliñado. Los tentáculos de la miseria siempre me han apretado, pero nunca he llenado los ojos de consuelo mirando la soga colgada del techo.   

La terrible necedad de ser uno mismo hecho capa y sayo y traqueotomía.  

Los reveses de la vida, un Waterloo de circunstancias. En el batallón de los sedientos di la orden de amamantar a los anfibios. La culpa era de los calores del frío invierno.

Los hijos del pueblo tienen los ojos constipados y no ven las garrapatas de azufre que se ciernen sobre ellos. Dirigiré la última constelación cósmica, la conspiración de silencios, la batalla de los afligidos, mientras tú lames la llaga de la decrepitud.  

Devolveremos golpe por golpe cada vómito de desesperanza. Planearemos una venganza carcomida de esfínteres robustos arrojados al mar. Terror en el supermercado, horror en el ultramarinos. 

La tragedia se dibuja con un pie en la arena de la playa de los locos.   

Era aquella la misma mañana en la que un ejército de estornudos se precipitaba a la tormenta de un ojo del culo. Ojo majestuoso, orificio de ventisca y letanía. Todo era una melopea arrabaliana susurrando que los Reyes Magos y los terroristas no existen. 

Los esqueletos bailan en la cola del paro mientras revenden entradas de primera fila para la orgía del cuarto oscuro, pero los hijos del pueblo tienen los ojos constipados. Y así no hay quien mire nada. 



viernes, 10 de octubre de 2014

LOS DÍAS DE LAS PRIMERAS LLUVIAS



"Faucet Cloud Over Man" (Tomek Olbinski)  




Los días de las primeras lluvias traen un aroma de metanfetamina podrida y  un vahído cósmico de enfermedades venéreas. 

Un desfile marchito de prensa amarillenta que saluda desde los quioscos y desde los atardeceres vanos de optimismo. La esperanza teñida de rabia y añoranza de Primavera. La infancia de la misericordia. Es Otoño en el Corte Inglés y en el corazón de las tinieblas. 

Desfiles militares y pobreza autóctona. Un rugido de estiércol y alquitrán en los oídos. En las chozas se aglutinan los vendedores ambulantes de espanto y en los retretes se rezan abracadabras del prodigio venidero. 

Descripción solipsista de un mundo que se retuerce. Universo de gargantas desencajadas. Soliloquio de terneras y oración de vírgenes sangrantes en el matadero. 

Gotas de majadería, chubasqueros de calaña asesina. Que oscuridad se cierne sobre los adentros del ojo del culo.

Y yo que creí ver a Dios, y resultó ser un submarinista en ala-delta.

Cabeza de chorlito en las tabaquerías enjutas de tuberculosis. Amén.  

miércoles, 1 de octubre de 2014

LA BICICLETA









Recuerdo una fotografía. Una instantánea capturada del pasado.

Era yo, o el niño que alguna vez fui, montado orgulloso sobre una bicicleta que me había regalado mi padre. Altivo y orgulloso, posiblemente la única vez en la vida en la que he posado así, antes de volverme todo yo una joroba de melancolía y males y sudores y dolor y pena. Era la bicicleta del orgullo. Orgullo del padre que creía en el hijo que aún no se había torcido, orgullo del hijo que creía en el padre que aún no había desfallecido.

El orgullo es una mierda y nuestra alma una cloaca.

Estos días de atrás cuando mi ciudad se llenó de bicicletas y yo lloraba el año sin el viejo del bar recordé la fotografía. La busqué. No la encontré. Era el sábado por la noche, I. se retiraba a dormir y yo torpemente me manejaba entre libros y albums de retratos, por donde veía pasar toda mi familia pasada, presente y futura, cuadros de realidad congelada, rostros de vida que un día se nos fueron... y no la encontré.

Hice una foto con el móvil sobre una de las fotografías. Mi madre y yo. Ella hermosísima, con poco más de 40 años. Yo, o el niño que alguna vez fui, un desconocido. Un rostro irreconocible para mí. Quizás debiera haberme escrito alguna de esas cartas que los niños escriben a su yo del futuro para darme cuenta de todos los jirones que ha ido soltando mi alma por el camino. Ya digo que pronto me iba a convertir en una una joroba de melancolía y males y sudores y dolor y pena.

No encontré la fotografía de la bicicleta. De ese niño altivo y orgulloso por única vez en su vida. Era una bic de cross, una BH California. Ligera como una pluma. Ideal para aquel guaje flaco y debilucho dispuesto a jugarse el romperse la crisma por las escombreras de Ponferrada. Volaba con la bicicleta... pero más volaba el tiempo y pronto no quedó nada ni del niño orgulloso ni del orgullo del padre.


Sólo una joroba de melancolía y males y sudores y dolor y pena.    

ILUMINACIONES BAJO EL VOLCÁN DEL RETRETE




"The Elephant Celebest" (Max Ernst, 1921)




Es la hora
de maldecir a los sapos a la cara.

He sido golpeado
con un ladrillo de alientos sordos
y cabalgo el acertijo de Dionisos
entra las risas sádicas
de la verdulería de la esquina.

Maldito vecindario donde se disparó el termómetro.

Perdida es la belleza que no se presenta en público.

Es la hora
de maldecir a los sapos a la cara,
clavar cuchillos en la piel de los leones,
escupir a las hienas
y eyacular bicarbonato.

El ritmo del sexo se ejecuta con tambores de piel destilada...

Maldita miopía donde se instaló mi ceguera.

Es la hora del buitre,
de la danza del ciervo
y del betún en los oídos.


Filantropía venenosa con pies de barro e iluminaciones de retrete constipado, y todo ello es la señal de que ha sido un día iracundo y facundo.   

lunes, 29 de septiembre de 2014

MARATHON MAN










El mito griego dice que Filípides corrió unos 40 kilómetros desde Maratón a Atenas para anunciar la victoria helena sobre los persas y evitar un desánimo en sus vecinos que podía llevar a la población al suicidio, prefiriendo darse muerte por su propia mano antes que caer en manos enemigas. Como la realidad en no pocas ocasiones supera al mito, hoy día se asume que el héroe griego que acabó dando origen a la carrera popular más popular del mundo realmente corrió más de 200 kilómetros y no se dirigió a Atenas si no a Esparta en busca de ayuda para la batalla. Su proeza además fue en vano, ya que los espartanos se encontraban en plenas celebraciones de las fiestas Carneas y la tradición imponía no acometer acto bélico alguno durante dicho periodo.

25 siglos después, la carrera de la maratón con sus actuales 42.195 metros sigue deparando incontables hazañas que nos hacen recordar las vicisitudes de personajes anónimos y de mísera vida a los que la épica de esta competición convierte en leyendas. Conocido es el caso del primer campeón olímpico de la era moderna, un modesto vendedor de agua callejero llamado Spyridon Louis quien compitió en la prueba gracias al empeño de un coronel que había sido superior suyo en el servicio militar y conocía las habilidades de aquel pobre vendedor ambulante. Louis ganó así la primera maratón de las olimpiadas modernas, asegurándose un nombre para la posteridad y el reconocimiento de todo su pueblo. Convertido en héroe nacional, no padeció más miserias durante el resto de su vida, y tuvo el honor de ser el presidente honorario de la delegación griega en los legendarios Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, y asistir por lo tanto a la humillación sufrida por Adolf Hitler frente a lo que el ideario nazi consideraba una raza inferior como es la negra representada en Jesse Owens. Spyridon Louis, primer campeón olímpico de la era moderna en la modalidad de maratón corrió los por entonces 40 kilómetros de la prueba en dos horas, cincuenta y ocho minutos y cincuenta segundos. Era el año 1896.

118 años después el record mundial del maratón, ya con sus 42.195 metros queda establecido en dos horas, dos minutos y cincuenta y siete segundos. Lo que equivale a correr 100 metros lisos en 17 segundos… 421,95 veces seguidas. El protagonista es Dennis Kimmeto, quien también tiene su historia detrás.

En el mismo escenario en el que ha logrado inscribir su nombre para siempre en el Olimpo de los elegidos, la Maratón de Berlín, hace dos años protagonizaba una curiosa e incluso polémica anécdota. Kimmeto dominaba la prueba junto a otro de los mejores maratonianos del momento, su compatriota, amigo, y compañero de entrenamientos Geoffrey Mutai. Con la meta enfilada para los dos destacados corredores, Kimmeto no disputó la victoria a su amigo, dejando llevarse la gloria (y el suculento premio) a quien le animó a convertirse en atleta y con ello abandonar la pobreza. Fue hace seis años, cuando Mutai se encontró a aquel desgarbado y anónimo muchacho exhibiendo zancada por los campos de Eldoret. Desde entonces una historia de crecimiento constante hasta la élite y el record del mundo, no exento de episodios oscuros, y es que en su ambición por ganar carreras cuanto antes Kimmeto llegó a falsear su edad para correr con atletas juniors, cuando competía con el nombre de Dennis Koech. Una entrada en la alta competición absurda, pues enseguida demostró estar sobradamente capacitado para pulverizar registros en categoría senior.

Kenya, tierra reina del fondo como Jamaica es paraíso de la velocidad. Kimmeto, pobre agricultor al que le crecieron alas en los pies para que su familia nunca volviera a pasar hambre.

Si la vida es movimiento, no hay mayor fuerza centrífuga que la del deporte, y es por esto que a este humilde blog de reflexiones, pensamientos e imágenes talladas en verbo no nos hemos resistido a traer la hazaña de Kimmeto, quien 25 siglos después de Filípides reescribe la historia zancada a zancada. Su entrada en las Puerta de Brandenburgo mientras el crono exhibía al mundo la estratosférica marca es ya parte de la historia de la humanidad. Esa misma puerta que asistió al nacimiento del monstruo del nazional-socialismo contempla hoy la conquista del mundo por parte de un mísero campesino africano, orgullo de todo un pueblo al que aún hoy día desde Europa miramos con la indiferencia de una sociedad que se siente superior.


La vida es movimiento y los héroes se renuevan. Loor y gloria a Dennis Kipruto Kimmeto. Que Píndaro de Tebas vuelva de sus cenizas para glosar su figura. Suenen las trompetas y los tambores de ébano. Serás inmortal, Kimmeto.  

domingo, 21 de septiembre de 2014

SOLSTICIO DE SAUDADE








Viene el Otoño a irrumpir en Domingo como metáfora de que no hay más verano que el Sábado.

Viene el Otoño a mancillar nuestras luces y vahídos.

Tocaron a su fin las noches de terciopelo, las caricias de Baco, y las bofetadas del Atlántico.

Viene el Otoño a recordar que la noche se cierne.

¡Toque de queda para la felicidad!

Su Majestad la Melancolía se abre paso por las calles angostas del alma. Suena la fanfarria de la desesperación.

Viene el Otoño a llenar de espanto las almenas de nuestros ojos.

Hoy estoy triste porque ayer fui feliz. Extraña matemática del desconsuelo.

Viene el Otoño como hombre en la guerra. Como el hambre. Como un manto de hastío.

El Otoño es la tilde diacrítica de nuestras vidas. El desgarro y la emoción desorientada.

Viene el Otoño para que las canciones de Teenage Fanclub cobren sentido.

Suma puntos el marcador de la pena y no hay venganza ni plato frío. Sólo cucharas de plata henchidas en el orgullo del hematocrito.

Viene el Otoño tirando la puerta.

Al final sólo era un problema de educación, no le enseñaron a pulsar el timbre.

Viene el Otoño con sonrisa afilada y los poetas se calzan los guantes de boxeo. El asalto de las taquicardias, el baile moribundo de las neuronas.

Viene el Otoño... ...pero de todo se sale.






viernes, 19 de septiembre de 2014

¡OS PRESENTO EL FUTURO!




“Tengo un problema, un problema sexual, un serio problema, problema sexual, soy una bicicleta” (Ilegales)     







A veces nos empeñamos tanto en estar a favor o en contra de las cosas que suceden a nuestro alrededor y en que todo sea un debate constante buscando cargarnos de razones que den validez a nuestros prejuicios que nos olvidamos de lo más importante: simplemente de vivir y de disfrutar lo que tenemos alrededor nuestro. Y ahí es donde surgen los genios, los cuales viven en un mundo aparte. Como José Luís Suárez Roca, que escribe como una idem e impregna los escritos de esa visión surrealista y de ese escarbar debajo del fondo de las cosas, porque eso es el surrealismo y eso es la poesía. Que una silla no sea una silla si no un trono y que la vida no sea vida si no arte. ¡Qué aburrimiento de vida cuando las sillas son sillas y no tronos! 

Y nos viene a recordar, ahora que Ponferrada se llena de centauros de barras metálicas volando sobre nuestras calles, que la bicicleta nos evoca a esa España que tanto nos gusta, quizás porque no la hemos vivido, cuando todo era modernista, vanguardista, ultraísta, modernista, simbolista, parnasianista, dadaísta y retrofuturista. Cuando los cafetines y los bares se llenaban de soñadores envueltos en humo parapetados sobre sus monóculos y hechizos. Cuando Huidobro nos traía las gallinas y Darío atizaba con fuegos de artificio. Cuando no comprábamos en Zara pero nos guiaba Tristan Tzara. El cisne de engañoso pelaje, y no el oso del Madroño, era el símbolo de la capital.

Y la bicicleta era el futuro.    

Yo que ando cojeando entre modernismos y romanticismo de celuloide rancio, siempre asocio la bicicleta a Butch Cassidy en la piel de Paul Newman. “Te presento el futuro”, le dice a Katharine Ross, a la que gentilmente invita a subirse al moderno artefacto. Bandidos y rufianes, pero también modernistas. Claro que aquel paseo ciclista mecido por las notas del “Raindrops keep fallin’ in my head” acaba en un soberbio costalazo que hace exclamar al díos fílmico de los ojos azules: “¡Quédate con tu futuro, asquerosa bicicleta!” 

Décadas más tarde llegarían los Kraftwerk para inventar, o eso dicen, el pop electrónico a base de odas ciclistas sobre el Tour de Francia. Al fin y al cabo no hubo tierra más modernista que la de Theopile Gautier. 





lunes, 4 de agosto de 2014

MELODIAS PARA MATAR O MORIR DE RISA




El autor, junto a la aberrante criatura parida de su mente.



Hoy toca hablar otra vez del libro de un amigo, lo cual siempre es un placer. Algún día me gustaría decir eso de “yo he venido aquí a hablar de mi libro”, con voz tenebrosa y gutural y mirando al mundo desde mis gafas de culo de botella (así somos los miopes, siempre con la botella), pero ya tengo asumido que al mundo no le interesa mi talento, mi literatura en la que la excelencia y el excremento bailan al mismo son. Algún día, algún día, ah, perro mundo, tú y yo  ajustaremos cuentas. 

Mientras tanto seguimos disfrutando de los buenos ratos que nos hacen pasar tipos como el inefable Antonio Tejerina, Toño, Toñín, El Diablo Sobre Ruedas. Licenciado en filosofía, humorista, monologuista, guionista, y sobre todo, activista del rock&roll y gamberro impenitente que ha plasmado en un puñado de páginas toda su sana mala leche y su espíritu más crítico, irreverente e iconoclasta. “Melodías para matar o morir” es una novela de tintes negros y macabros (ese tipo de lectura que, no sé muy bien el motivo, siempre dicen que es muy recomendable para el verano, como si el recibir abundante sol en nuestras cabezas despertase nuestros instintos más tanáticos), pero cargada de abundante humor, paladas de humor negro, berciano, castizo y malasañero. Y es que Toño establece como base de operaciones de las chaladuras de su protagonista el barrio madrileño donde lleva años viviendo y bebiendo, tanto es así que incluso cualquier habitual de la noche malasañera (de los de los bares del rock, no de los pijos-modernos-hipsters-queahoravandegarageros) reconocerá algunos de los lugares y personajes identificados en esta despiporrante novela, así como el espíritu del llorado Pele, el sheriff de Malasaña e icono inconfundible del barrio sobre todo a la altura de la calle Velarde, sobrevolando por las 200 y pico páginas que se leen y devoran de un tirón de bolso de yonqui. 

Toño Tejerina, consumidor obsesivo de todo tipo de cultura, pero sobre todo de cultura basura y rock&roll, dispara un texto rabioso y adictivo, ágil, fresco, natural y de “serie B”. Como una deliciosa película psicotrónica en la que al monstruo se le ve la cremallera del disfraz. No hay trucos, ni artificiosidad, ni orfebrería lingüística. No es una novela con la que al autor ingresará en la RAE, pero si en la memoria popular y en la historia de Malasaña (previo paso por algún cotolengo al uso) Un libro necesario si crees en aquello que cantaba Tom Waits de “I don’t wanna grow up”. Una novela en la que se ejecutan a banqueros o se secuestran a hijas de “celebrities” analfabetas. La obra que Alex de La Iglesia hubiera escrito si en vez de una cámara de cine su arma escogida hubiera sido la pluma. Malasaña caníbal, fai un sol de carallo. Y es que este Diablo venido del Bierzo establece en el libro una conexión Madrid-Vigo con la que es fácil empatizar para cualquiera llegado del Noroeste, y le da a la obra un aire gallego de rayas y centollos que la hace todavía más disfrutable, como un disco de Siniestro Total.  

Pero no se equivoquen, éste no es sólo un libro gamberro y cargado de mala baba. En las “Melodías…” de Toño encontramos una novela en la que se percibe la ternura, más cercana a (sí, una vez más) la entrañable “Los millones” de Santiago Lorenzo que a un manual de terrorismo. En realidad un tratado romántico sobre los perdedores y para los perdedores. Los que poseen esa visión del mundo cultivada a base de palos sin perder el humor y las ganas de pelear. Esa visión que te hace estar en contra de lo establecido. Siempre del lado del proscrito, del rebelde, del paria del apátrida, del marginal, del marginado y del apestado. Siempre con los proscritos, que por eso nos traían regalos y pastelitos. Un libro que encajaría dentro de cualquier viejo eslogan punk, tan vueltos de moda de nuevo gracias a, ya saben, “la que está cayendo”. Pónganse un imperdible para leerlo. 


miércoles, 30 de julio de 2014

ISABEL






Plenilunio de mi vida y madre de todos los soles
Refugio de mis heridas
Consuelo de mis cicatrices  

Boca que desboca,
Melena que envenena.
Fuego purificador de mis pecados de antaño


Valhalla, Edén y Paraíso de los sentidos
Imperio de lunas
Batalla de otoños 

Rubia de rabia
Hambre de hembra
Hermana, madre, esposa y dueña de mis desvelos.


Estrella, asteroide, galaxia y constelación entera
Océano de azules
Viento de soledades 

Luz de mi taquicardia,
Veneno de mi melancolía
Estrella, asteroide, galaxia y consternación sincera.   

Un brindis por todos los apocalipsis que nos quedan por contemplar...