viernes, 28 de diciembre de 2012

LA RANA Y EL ESCORPIÓN


Imagino que todos ustedes habrán escuchado alguna vez la famosa fabula de la rana del escorpión, metáfora sobre el reverso oscuro de la simbiosis. Básicamente habla sobre como un escorpión incapaz de cruzar un río solicita ayuda de una inocente rana, quien, primeramente recelosa, advierte al alacrán que llevar sobre su lomo a tan peligrosa criatura puede suponer una muerte segura para el simpático anfibio, debido a la letal picadura del arácnido ser. El escorpión argumenta que en ningún caso hará tal cosa, ya que de proceder así, ambos animales se ahogarían sin remedio, con lo cual no puede haber ningún interés por su parte en proceder a la picadura. Una vez que la rana hubo accedido, y a mitad de trayecto, el pobre anfibio sintió sobre su espalda la mortal picadura de su compañero de viaje. "¿Cómo has podido hacer algo así?", inquirió, "ahora moriremos los dos". "Lo siento, no he tenido elección", respondió el escorpión, "es mi naturaleza".  

Asistimos estos días en nuestro país a una rana cruzando el río con un escorpión a sus espaldas. Lo peor, que esa rana en realidad somos todos nosotros, el conjunto de la ciudadanía de los españoles en su concepción más normal, o si prefieren vulgar y mediocre. Es decir, el ciudadano de a pie, el más indefenso. Y créanme, para retorcer todavía más esta fabula, este escorpión no tiene ninguna intención de morir ahogado.   

Evidentemente cualquier empresa privada se crea con un único y legítimo propósito: ganar dinero. Es su naturaleza. No hay nada que reprocharle. En todo casi si deberíamos reprochar que nuestros servicios y bienes públicos, esos que pagamos y mantenemos todos para tratar de que vivamos en unas mínimas condiciones de "igualdad" (otra de esas palabras que hacen que los liberales escondan su cabeza bajo las sábanas frente a ese Gran Satán igualitario) en ciertos asuntos, ayuden a cruzar al río a este escorpión. Esos asuntos igualitarios no se refieren a que todos los ciudadanos tengan dos chalets, cuatro piscinas y cuatro coches de lujo. No (felicidades a quien pueda permitirse tales cosas en todo caso), se refieren a cuestiones básicas y primordiales como la educación, el trabajo, las condiciones laborales, la vivienda, el transporte público... y por supuesto, la sanidad...

Como decimos, la naturaleza del escorpión (perdón, de la empresa privada), es generar dinero en su propio beneficio. No conozco ninguna empresa, desde un quiosco de prensa hasta una gran empresa automoviística, que no haya sido creada con el objetivo de que al final del día y del trabajo realizado su caja registradora arroje unos cuantos montones de billetes. Y repito, me parece una naturaleza legítima, pero por eso mismo cuando escucho justificaciones sobre la privatización de los servicios públicos en base a que va a ser mejor para el conjunto de los ciudadanos (la rana), no puedo por menos que sentir que estoy ante una grandísima mentira y estafa que a estas alturas ya nadie debería creer (pero por desgracia creen, y si no no hay más que mirar los resultados electorales siempre que hay ocasión de ello)  

Cuando escuché este argumento, hace un tiempo, sobre la posibilidad de que se llevase a cabo en el metro de Madrid, mi reacción osciló entre la carcajada ante el disparate y la indignación ante la infamia. No podía ser de otro modo una vez que hube escuchado que una gestión privada mejoraría, y, agárrense a la silla, abarataría los costes del suburbano madrileño, tanto para la comunidad, como para el usuario. Es decir, me quieren hacer creer que un metro que cada vez ofrece peor calidad y servicio a precios más abusivos, que ha recortado un importante número de trenes y trayectos y que plantea limitar su número de horas en funcionamiento (¿alguien tiene la idea de la cantidad de gente que termina su jornada laboral en Madrid a partir de la medianoche? ¿y alguien, alguna de estas lumbreras, se ha parado a pensar en cuanta de esa gente se ve obligada a trabajar a distancias muy considerables de su casa?), me quieren hacer creer, como digo, que de repente aparecerá un escorpión que por arte de magia colocará un mayor número de trenes, por lo tanto con mejores horarios y menos intervalos y tiempos de espera, y, ojo, aquí viene el grandísimo truco que ni David Copperfield tras echar su mejor polvo con Claudia Schiffer, ¡le saldrá más barato al consumidor del producto!, ante esta majadería uno ya no sabe que pensar. ¿Si realmente todo eso es posible, por qué rayos no han sido capaces de hacerlo los gestores públicos? ¿tan inepta ha sido la señora Esperanza Aguirre y su gobierno?, ¿o es que la "insostenibilidad" del metro ha sido debida a que era más importante el dinero para la calefacción de su palacio en la calle Jesús del Valle, esa que la pobre mujer, en unas desgarradoras declaraciones que nos retrotrayeron a los catodicos tiempos de "Los ricos también lloran", aseguraba que no podía siquiera pagar con su mísero sueldo de presidenta de comunidad? (sueldo que una vez sabido que iba a dejar de cobrar ya se ha encargado de demonizar, como todo lo que tenga que ver con lo "público") Y por otro lado, ¿entonces es cierto que existen los Reyes Magos y de repente va a llegar un altruísta y generoso gran empresario capaz de por arte de magia darnos un mejor transporte público a menor coste? (en el país de los Ruíz Mateos, Francisco Correa, Iñaki Urdangarín o Díez Ferrán, evidentemente y tal como nos ha demostrado la historia reciente, seguro que es posible)

Y la fábula por desgracia se convierte en realidad con la votación ayer del proyecto de ley de presupuestos de la comunidad gobernada por el presidente no electo Ignacio González, donde se incluye la privatización ("externalización", dice el PP, en otro alarde de manipulación linguística) de 6 hospitales y 27 centros de salud. Y una vez más, nos piden que creamos en que vendrá el escorpión de la empresa privada con una varita mágica para, por un lado, mantenerse fiel a su "naturaleza" (ganar dinero) y por otro hacer un mejor servicio al ciudadano. Me resulta mucho más creíble la aparición de una gran epidemia zombie a nivel global que toda esta patraña.  

Y ahora dejémonos de fábulas y pongamos sobre la mesa unas cuantas realidades. La sanidad pública española ha sido una de las mejores sanidades en relación calidad/coste de toda Europa. Ejemplar. El gasto no ha llegado a los 1500 euros por ciudadano. Muy lejos de los más de 4000 de Luxemburgo, 3500 de Dinamarca, 2600 de Holanda o Austria, 2500 de Suecia o Francia, e incluso más barata que quien ahora nos pretende gestionar y ordenar sobre nuestro gasto público (Alemania, con casi 2400 euros de coste por ciudadano) La grandísima patraña, la grandísima mentira de que la deuda pública española es insostenible mientras nos estrangulan con esta y otras medidas. Al albero de todo esto el ciudadano observa como se van al garete cada año 90000 millones de euro por fraude fiscal (cifras oficiales de GESTHA) y como la economía sumergida en España alcanzaba los 240000 millones de euros cuando empezaba todo esto de la crísis. Con todo ese nivel de mierda flotando en la superficie de un tamaño tan enorme que hasta el más lobotomizado de los españoles puede olerlo, ¿se atreven a seguir teniendo la enorme jeta de cemento de decirnos que no podemos permitirnos una sanidad pública por un déficit de 15000 millones de euros? (Lo cual nos lleva a la misma reflexión que sobre el suburbano madrileño... si realmente hay empresas privadas que sean capaces de paliar ese déficit y encima ganar dinero (recuerden, su naturaleza), o estamos hablando de una poderosa y desconocida magia para el común de todos nosotros, o alguien nos está tomando el pelo de manera escandalosa.  

España afronta los años más difíciles de su historia en mucho tiempo, más del 20% de nuestra población ya está por debajo del umbral de la pobreza. La mayoría del 80% restante resiste como puede. Nuestro porcentaje de gente sin trabajo ronda el 25%... y para mejorarlo, ayudamos al escorpión a cruzar el río... sólo que en este cuento no son las dos criaturas las que reciben un fatídico final. Adivinen cual es la que sobrevive.  

No tardarán en escuchar, cuando abran sus cartas del banco, y lean en ellas cargos que hasta ahora no se habían planteado nunca que debieran pagar, la risa lejana del escorpión diciendo... "¡es mi naturaleza!"    

Por cierto, ¿alguien sabe cuántos puntos da la palabra "escorpión" en el Apalabrados? 






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