jueves, 20 de diciembre de 2012

IT'S THE END OF THE WORLD AS WE KNOW IT



Lei en una ocasión a Stephen King referirse a una frase que él había leído o escuchado alguna vez pero no recordaba a quien atribuir (quizás fuese Lacan, o algún otro de su escuela) Decía algo así como que la paranoía es el conocimiento total. Más allá incluso afirmaba que quizás la paranoia fuese la última defensa de la mente para asimilar el mundo en el que vivimos.  

Pensémoslo de esta manera. Nos resulta mucho más "lógico" creer que Lee Harvey Oswald asesinó a John Fitzgerald Kennedy dentro de una conspiración orquestada desde las siniestras sombras introducidas en la propia Casablanca por medio de la CIA, que imaginar que simplemente se trataba de uno de los tantos chalados que pueblan USA acogidos a esa bochornosa enmienda que les permite vivir armados hasta los dientes y que sufrió uno de esos cruces de cables a los que son tan propensos los magnicidas. De igual modo, y pensando de una manera global, quizás nos resultase mucho más tranquilizador, paradójicamente (y es que no hay mayor paradoja que el ser humano) que todas las tragedias que suceden a nuestro alrededor, hambrunas, guerras, catastrofes naturales, etc... son planes urdidos desde algún remoto y perdido cuartel secreto en Anchorage por tipos trajeados que fuman inmensos puros del tamaño del miembro de John Holmes, y no simplemente fruto del azar, la locura, y la naturaleza humana intrínsecamente destructiva. En cierta manera el creer en ese tipo de conspiraciones secretas daría cierto orden al mundo (y ya habrán oído hablar en infinidad de ocasiones del término "nuevo orden mundial", que a estas alturas ya es realmente viejo, y siempre mira en la misma dirección: la de El Ojo Que Todo Lo Ve) Total, que llevamos milenios con el "nuevo orden mundial". Y el darle ese cierto orden al mundo es en definitiva hablar del COSMOS, y alejarnos del peligroso y entrópico CAOS. Es el caos lo que nos aterra, por eso buscamos el cosmos dentro de ese caos, aunque eso suponga imaginar que debajo de la piel de los miembros de la familia Windsor se encuentran en realidad lagartos alienígenas antropomorfos que mueven los hilos, es decir, el cosmos, del mundo en el que vivimos.  

Y en estas llega otro "fin del mundo" (y por desgracia no hablamos del periódico de Pedro J. Ramírez), ya no logro recordar cuantos he vivido. Recuerdo que en tercero de EGB (estoy hablando por tanto de 1980 u 81) debía hablarse de otro "fin del mundo", y en el colegio le preguntamos a nuestro profesor sobre el asunto, si creía que aquello podría ser verdad. Dió unas caladas a su cigarro (sí, de aquella, y hablo de un colegio privado de curas, los profesores fumaban delante de niños de ocho años, absolutamente verídico, era antes de que tomásemos conciencia de ciertas cosas que tanto aterran a los "liberales") y respondió de una manera un tanto woodyallenesca: "el fin del mundo llega cuando te mueres". No está mal.  

Admito que le he cogido cariño a este "fin del mundo" en particular, tanto que hasta admito que me decepcionaría un poco que no pasase nada mañana. Supongo que haber crecido entre los dibujos animados de La Abeja Maya y las mallas de Eva Nasarre tiene algo que ver. De hecho estoy tan convencido de que mañana pasará algo que he decidido hacer un pequeño esfuerzo insomne y publicar esta entrada que tenía pensada para este viernes 21. Veremos lo que sucede, pero no se extrañen que a algún vecino no le funcione la segadora y no pueda arreglar su cesped.  


El ojo masónico en el billete de dolar: Élan vital de todo buen conspiranoíco.


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